The Killing af a Sacred Deer
Sólo el trabajo del director Yorgos Lamthinos (La Favorita) podía crear este film tan desconcertante por decir lo menos, una incómoda tragedia enmarcada en el surrealista cosmos del extravagante director.
En El sacrificio de un ciervo sagrado, retoma alguno de los temas básicos de su filmografía, como son la soledad, el aislamiento, la desconexión entre seres humanos y los contextos familiares enfermizos. En cierto modo, puede que esta sea su película más convencional, pero no por ello es menos interesante o signifique la consabida domesticación del director al entrar en el juego del mercado internacional.
Lanthinos no rebaja ni un ápice el contenido habitual de su discurso, lleno de cinismo y extraño humor negro. La sátira destructiva que hasta ahora nutre el cine del director griego sigue presente de forma determinante y definitiva, aderezada con el gusto por lo absurdo, marca de la casa es una historia de venganza, complicada por un sinuoso camino lleno de cambios de rasante, que dota a la película de enorme identidad. De la descripción del entorno del doctor protagonista, la cómoda existencia de clase alta, a la caída en elementos propios del cine de terror incluso en ciertos momentos, del viaje hacia lo inevitable que plantea genera toda una amalgama de sensaciones encontradas en el espectador, invitado de piedra en el descenso a los infiernos de los protagonistas.
Tan frío como elegante, Lanthimos parece construir con su puesta en escena un enorme muro entre la película y el público, efecto extraño, escabroso y amargo. La influencia del Buñuel más incendiario se apropia de las intenciones de Lanthimos como el gran aniquilador de los pilares que sostienen a la familia burguesa.
El cine de Lanthimos se aleja con inteligencia de lo convencional. Ha conseguido crear un estilo propio de contar historias, amalgama de influencias que le sitúan en un lugar privilegiado entre directores internacionales.
El problema que plantea esa apuesta tan personal por la mirada al universo pervertido que sirve de escenario a sus experimentos, es que el público no tiene que jugar en tu misma liga necesariamente.
Por mi parte, admito que me fascina el director griego, que consigue que acepte su propuesta, que, dentro de su elegante envoltura y el estrafalario aparato narrativo, el conjunto resulto coherente. El sacrificio de un ciervo sagrado rezuma amor por los clásicos, modernizados de manera salvaje por un director único.
El film me ha provocado pesadillas, por su nihilismo devastador, por su atrevimiento a pasar límites que como sociedad creemos intocables.
Sobresaliente, amargo, pero por sobre todo soberbio.
por Iván Zamorano Herrera
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